Es la víspera del día de Reyes. El bullicio que
envuelve estos días las calles de las ciudades es ajeno a lo que sucede en
otras realidades no tan lejanas, como el Centro Penitenciario de Brieva. La
Pastoral Penitenciaria, a través de Álvaro y Silvia, nos invita al movimiento
Parresía Apostólica a realizar un taller para las internas en este tiempo de
Navidad.
Y allí nos dirigimos, atravesando una y otra reja, con
el corazón encogido, pues para algunas es la primera vez que pisamos una cárcel.
Las internas van llegando para realizar el taller, vamos poniendo nombres y
rostros a muchas realidades duras. En pocos minutos nos sentimos acogidas,
nosotras que íbamos a llevarles esperanza…Y las reclusas abren su corazón…y por
unos momentos nuestros corazones laten junto a los suyos. Dios se hace presente
en lo sencillo, en lo pequeño, en medio de la fragilidad humana….Y allí en
Brieva percibimos con fuerza lo que es la Navidad. Todo un aprendizaje para
nosotras, pues ellas nos enseñan que es posible vivir con esperanza e ilusión
por el futuro a pesar de la situación de privación de libertad.
Y llega el momento de la despedida: unas dentro y otras
fuera. Y nos sentimos interpeladas: nosotras regresamos a nuestra cotidianidad
pero ellas se quedan dentro….sin poder abrazar a sus familias en estos días, y
sin otras tantas cosas que te da la libertad que muchas veces no valoramos. Y
nos vamos cargadas de experiencia y de agradecimiento ante lo vivido. Y también
de interrogantes, con una mirada distinta, con el corazón un poco menos duro, y
con el deseo de compartirlo para que sintamos esta realidad un poco más cercana,
pues si vivimos en una sociedad que genera estas situaciones, ¿no seremos cada
uno un poco responsables?